"Pocas ciudades podrán preciarse de tener un monte Naranco que le guarda las espaldas y la protege del viento del Norte, que viene del mar lejano. Esto es Oviedo: entre el monte Naranco y la sierra del Aramo, la torre de la Catedral como una punta de flecha que apunta al cielo. «"La Cuesta Naranco", madre común de los ovetenses bien nacidos» escribe Joaquín Manzanares, cronista oficial de Asturias."
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